VER CON EL ALMA: Los Diez Mandamientos del Optometrista
Hay algo que pasa cada vez que le colocamos una montura de prueba a un paciente. No es solo técnica, es conexión. Es mirar a alguien y saber que espera de ti una respuesta, una mejora, una guía.
En la consulta diaria, entre una agudeza visual y otra, hay una serie de principios que terminan guiando nuestras decisiones.
Hay días en los que ayudamos a alguien a recuperar la nitidez del mundo, y otros en los que simplemente escuchamos con atención lo que hay detrás de una molestia en los ojos. Porque muchas veces, en esos minutos de consulta, el paciente no solo busca ver mejor... también busca ser visto.
1. Priorizarás la salud visual del paciente sobre todo.
Como quien ama sobre todas las cosas, ponemos la visión del paciente por delante de todo. No hay presión de agenda ni venta que justifique comprometer su bienestar. El paciente es primero, siempre.
2. Respetarás la confianza que los pacientes depositan en ti.
Esa confianza es frágil, como una córnea sin lágrimas. Nos la ganamos con cada palabra clara, con cada recomendación honesta. Usamos lo que sabemos con humildad, no como poder.
3. Dedicarás tiempo a la actualización continua de tus conocimientos.
Sí, incluso después de jornadas agotadoras. Porque la ciencia avanza y no podemos quedarnos mirando a través de lentes viejos. Aprender es también una forma de cuidar.
4. Honrarás a tus colegas y trabajarás en equipo por el bien común.
Esto no va de egos. La salud visual se defiende mejor en equipo, con diálogo y respeto mutuo. Un diagnóstico compartido puede cambiar una vida.
5. Protegerás la salud visual de tus pacientes con diligencia.
No todo se resuelve con una receta rápida. A veces, detenernos un minuto más puede marcar la diferencia entre un problema resuelto o una condición que empeora.
6. Mantendrás la confidencialidad y el respeto en tus interacciones.
Porque detrás de cada historial clínico hay una historia real. Y esa merece silencio, cuidado, y un trato ético, aunque nadie mire.
7. No comprometerás la calidad del servicio por intereses personales.
Si alguna vez te tienta vender un producto que el paciente no necesita… detente. No es solo una transacción: es un voto de confianza que no se puede romper.
8. Serás honesto en tus diagnósticos y recomendaciones.
Una verdad puede doler. Pero una mentira —o una omisión— puede dañar mucho más. Aquí, la transparencia no es opcional, es vital.
9. No codiciarás el prestigio a costa de la ética profesional.
Reconocimiento sí, pero no a cualquier precio. Lo que construimos con ética se sostiene solo. Lo otro... se cae solo.
10. Actuarás con empatía y cuidado hacia las necesidades de cada paciente.
Cada persona que entra en consulta tiene una historia distinta. No los tratemos como un número. Miremos sus ojos, pero también su contexto.
*Aclaración: Este decálogo no busca imponer reglas rígidas, sino inspirar una práctica más consciente. Porque ver bien es importante... pero ver con respeto, honestidad y humanidad lo es aún más.
Un saludo,
Merceditas, la optometrista.